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El descenso


Título original: The Descent

Año: 2005

Duración: 100 min.

País: Reino Unido

Dirección: Neil Marshall

Guion: Neil Marshall

Música: David Julyan

Fotografía: Sam McCurdy

Reparto: Shauna Macdonald, Natalie Jackson Mendoza, Alex Reid, Saskia Mulder,Nora-Jane Noone, MyAnna Buring, Oliver Milburn, Molly Kayll, Craig Conway

Productora: Celador Films / Pathé

Género: Terror, Aventuras, Monstruos.

Sinopsis: Seis amigas se reúnen en una remota montaña para emprender una expedición espeleológica. Juno, que dirige al grupo es dura, persuasiva y peligrosa. Las demás son las hermanastras Rebecca y Sam, Holly y Beth, una profesora de inglés que va a regañadientes para cuidar de Sarah. Ésta se está recuperando de un colapso mental causado por la muerte de su marido y su hijo un año antes. El grupo queda atrapado en una cueva cuando una roca se desprende y bloquea la salida. Mientras buscan otra salida en medio de un laberinto de túneles, son perseguidas por una raza de hambrientos depredadores...

Fue esta película la que puso en el mapa al director británico Neil Marshall, componente de un nutrido grupo de jóvenes cineastas de terror que comenzaron a despuntar en la primera mitad de la década pasada. Marshall, cuyo estilo de terror parece estar impregnado de sus preferencias por la acción desenfrenada, ya muestra prácticamente todos sus puntos fuertes en este, su segundo largometraje, que en su momento fue todo un éxito, cosechando numerosas alabanzas de gran parte de la crítica de terror mainstream de aquellos años.

En primer lugar, y para aquellos que no sepan de que va el tema, “The Descent” es la historia de un grupo de amigas aficionadas al deporte extremo que viajan hasta un remoto bosque en el norte de los Estados Unidos para hacer espeleología en una cueva, hasta entonces inexplorada, hasta que un derrumbe las deja aisladas del exterior y perdidas en medio de aquel laberinto. Tan sólo esto ya sería suficiente para hacer de la película una buena muestra de terror, pero Marshall decide ir a por más al hacer que las protagonistas tengan que lidiar no sólo con la búsqueda de una salida, sino también con unos terribles monstruos habitantes de la caverna que les harán la vida imposible.


Ha sido precisamente este detalle lo primero que se me ha venido a la mente a la hora de revisionar la cinta: toda la primera media hora, cuando las protagonistas se adentran en la misteriosa caverna y quedan finalmente atrapadas, es tan angustiosa y está hecha de forma tan efectiva que perfecta

mente podría haber sido toda la premisa y seguiríamos estando ante un trabajo bien hecho. En particular, la escena en la que una de ellas se queda atascada en medio de un túnel que debe atravesar arrastrándose con rodillas y codos me causó una sensación considerable de claustrofobia, aunque esto puede que sea una apreciación subjetiva. Lo que sí está claro es que Marshall maneja muy bien todo este tramo, y aunque todas las escenas de cuevas están realizadas en un plató artificial construido en un estudio en Londres, la fotografía minimalista y cerrada con abundantes tinieblas e irregularidades, sabe ocultarlo muy bien, al menos en esta primera parte.


De hecho, es precisamente en su segunda mitad, cuando finalmente aparecen los monstruos, que Marshallcambia el tono de la película y se deja llevar más por su lado de acción. Llegados a este punto, las escenas cobran otra dinámica y las necesidades de espacio hacen que las cuevas se noten más artificiales y sacrifican el realismo de la película en beneficio de lo que está ocurriendo. Algo similar ocurre con la luz, que pasa de la casi total oscuridad a un juego de colores con las luces fluorescentes (verde) y las antorchas (rojo), lo cual sirve también para definir ciertos rasgos de los personajes, como el derrumbe de la salud mental de la protagonista. El invento, como decía arriba, le quita realismo, pero al mismo tiempo le da a la película un discurso único y empuja a Marshall por el camino de la acción que tan bien se le da.


Ha sido precisamente esa tendencia lo que moldeó la carrera de este director, tanto antes como después de esta cinta. Tanto en “The Descent” como en su película anterior, la también muy recomendable “Dog Soldiers” (2002), el cine de Marshall es casi siempre asociado a esa manera despreocupada de afrontar el cine de acción y mezclarlo con otros géneros, y ha sido eso a lo que se ha dedicado después, mezclando este género con la ciencia ficción apocalíptica en “Doomsday” (2008) y la épica histórica con “Centurion” (2010), donde termina, de momento, su carrera como director de cine en solitario. El que fuera una de las voces más prometedoras del horror a principio de siglo ha terminado siendo absorbido por la televisión en series como “Black Sails”, “Game of Thrones”, “Hannibal” o “Constantine”, con mayor o menor grado de éxito.


¿Y qué pasa con “The Descent”? Me sorprende lo bien que sigue estando a pesar del tiempo que ha pasado y cómo algunos de sus elementos más innovadores siguen siendo (tristemente) poco comunes hoy en día, especialmente la presencia de un elenco totalmente femenino que nunca llega a ser explotativo, a pesar de que algunos de sus referentes sí que lo son (la imagen de la protagonista bañada en sangre y entregada completamente a su lado salvaje es un buen ejemplo de ello). Además, contiene algún que otro detalle que se me había escapado en visionados anteriores, como por ejemplo el que el nombre del parque donde se encuentra la cueva, Chatooga, es el mismo del río por el que hacen piragüismo los personajes de “Deliverance” (1972), una más que evidente inspiración de esta cinta. Por supuesto hay algunos detalles que no son tan positivos, principalmente el abandono del realismo de la segunda mitad, pero esto último está muy bien compensado con la acción que nos brinda Neil Marshall y el enfrentamiento con las criaturas. La procedencia humana de los monstruos da pie, además, a unas escenas de lucha muy intensas, y da gusto ver una historia en la que los personajes no son tratados como idiotas y la heroína principal muestra una evolución interesante y distinta a lo que normalmente se suele ver en este tipo de cinta.


Diez años después, y cuando el género de terror parece haber tomado un camino completamente distinto, es interesante descubrir que “The Descent” continúa siendo un ejemplo muy sólido de terror visceral salpicado de acción, con unos monstruos muy bien hechos y una dirección de primera con Neil Marshall tras el volante. Por supuesto, cuatro años después nos llegó una secuela con otro director y que resultó ser un trabajo muy inferior. La buena, sin embargo, es esta, todavía una de mis películas de terror favoritas y una que combina elementos que siempre he disfrutado, como el terror de subsuelo, el poderío femenino y un final muy hijo de puta que pueden ver siempre que no cometan el error de poner la censurada versión americana (que por cierto, fue la que dio paso a una continuación). Esta película ha aguantado muy bien el paso del tiempo y supera el tribunal de su primera década con solvencia.

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