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El bueno, el malo y el feo


Título original: Il buono, il brutto, il cattivoaka

Año: 1966

Duración: 161 min.

País: Italia

Dirección: Sergio Leone

Guion: Agenore Incrocci, Furio Scarpelli, Luciano Vincenzoni, Sergio Leone

Música: Ennio Morricone

Fotografía: Tonino Delli Colli

Reparto: Clint Eastwood, Lee Van Cleef, Eli Wallach, Aldo Giuffrè, Rada Rassimov,Mario Brega, Luigi Pistilli, Aldo Sambrell, Enzo Petito, Claudio Scarchilli, Al Mulock,John Bartha, Livio Lorenzon, Antonio Molino Rojo, Sandro Scarchilli, Chelo Alonso

Productora: Coproducción Italia-España-Alemania del Oeste; Produzioni Europee Associati (PEA) / Arturo González P.C. / Constantin Film Produktion

Género: Western | Spaghetti Western. Guerra de Secesión. Película de culto

Sinopsis: Durante la guerra civil norteamericana (1861-1865), tres cazadores de recompensas buscan un tesoro que ninguno de ellos puede encontrar sin la ayuda de los otros dos. Así que colaboran entre sí para conseguir el botín.



El Bueno, conocido como Blondie (término utilizado para referirse a los rubios, en algunos casos se usa como insulto), el Malo, apodado Ojos de Ángel (Sentenza en la versión italiana y Angel Eyes en la norteamericana) y el Feo, llamado Tuco Benedicto Pacífico Juan María Ramírez, también conocido como La Rata. Tres personas que se ven obligadas a que sus caminos se crucen durante la Guerra de Secesión con el fin de tener en sus manos un tesoro enterrado en un cementerio que contiene 200.000 en monedas de oro. Una premisa que llevaría a Sergio Leone a dirigir una de las más épicas historias del spaghetti western y que años después muchos críticos la catalogarían como (extraído de las palabras de Quentin Tarantino) “la película mejor dirigida de la historia”. Ahora, con la reciente muerte de Elli Wallach, es imposible no recordar uno de los más grandes papeles que tuvo en toda su carrera y con este análisis, le rendimos tributo a una de las estrellas de mayor importancia dentro del cine clásico.



“Cuando tengas que disparar, ¡dispara! ¡No hables!”, es una de las tantas frases memorables de Il Buonno, il Brutto, il Cattivo (El Bueno, el Malo y el Feo). Y a decir verdad, define muy bien una película tan minimalista en diálogo pero tan rica en gestos, miradas y tiroteos, algo que hace parte del sello personal de Sergio Leone y con lo que nos tenía acostumbrados tanto en la Trilogía del Dólar —compuesta por Per un Pugno di Dollari (Por un Puñado de Dólares, 1964), Per Qualche Dollaro in Più (Por unos Dólares más, 1965) y la película central de este artículo— como en producciones posteriores a la época de colaboración entre Clint Eastwood y Leone, donde puso de nuevo su sello en films como C’era una volta il West (Érase una vez en el Oeste, 1968) e inclusive en Once Upon a Time in America (Érase una vez en América, 1984) que a pesar de no ser un spaghetti western, manejaba las mismas técnicas de filmación utilizadas por el director italiano en sus revisionistas películas del viejo oeste.


Leone tenía la capacidad para ver el western de una forma tan distinta a como lo veían los norteamericanos. En su mundo no existían indios “malvados” siendo perseguidos por un impecable John Wayne con acento campirano, sino que el viejo oeste estaba compuesto de los más peligrosos pistoleros, lleno de muertes violentas y protagonistas con una dimensión axiológica que seguramente los gringos no considerarían moralmente buena. De hecho, Leone y Sergio Corbucci (director contemporáneo a Leone) fueron los encargados de llevar al género western a un nivel mucho más oscuro y violento, causando todo un hito cinematográfico en Italia desencadenador de la oleada de spaghetti westerns producidos en los 60’s e inicios de los 70’s.


Justamente todo este juego con los valores morales y dicha visión singular del oeste que poseía el legendario director italiano es algo que se ve reflejado en un 100% en su Il Buonno, il Brutto, il Cattivo. Por un lado, tenemos a un cazarrecompensas que le corresponde llevar el título del “Bueno”, no porque en realidad sea bueno, sino porque su personalidad y las decisiones que toma lo ponen en una escala moral de mayor altitud que la de los otros personajes; por otro lado, un asesino a sueldo etiquetado como “el Malo” hace honor a su título desde el primer momento mostrándonos que no tiene piedad en lo absoluto y que, mientras haya dinero de por medio, estará dispuesto a mancharse de sangre; y por último, tenemos a un carismático bandido encargado de ser “el Feo”, el cual no sólo es llamado así por su aspecto físico, sino porque su personalidad refleja precisamente eso, la fealdad. Avaricioso, mentiroso, tramposo; todo esto es lo que define a Tuco.

Una de las cosas más bellas que compone a este perfecto film es dicha variedad de personajes. No tenemos ni uno solo al que se le pueda llamar “perfectamente bueno”, sino que todos tienen las manos sucias en cierto modo, incluso el Bueno. Por esta razón, desde el primer momento en que el espectador se sienta a presenciar esas casi tres horas de duelos, diálogos irónicos y magnífica ambientación acompañada por una icónica banda sonora compuesta por Ennio Morricone, abandona todos sus prejuicios y valores éticos que le puedan estorbar, no porque conscientemente quiera hacerlo, sino porque la película le obliga a hacerlo. Es decir, terminamos bajando al mismo nivel moral de los personajes porque sencillamente no tenemos un héroe predilecto al cual aferrarnos y confiar nuestras esperanzas, lo más cercano que existe a un héroe es Blondie, pero aun así tenemos todo un conjunto de personajes que fácilmente pueden compenetrar con cualquiera de esas características negativas que hacen parte de nosotros. En pocas palabras, ellos sacan lo peor de nosotros para convertirlo en lo mejor que podamos ver en pantalla.


En realidad, esto es algo admirable no sólo de la épica cinta protagonista de este análisis, sino del spaghetti western en general. Es un género que nos invita a abandonar prejuicios y a vivir las travesías de los más peligrosos maleantes del oeste por un rato, mientras que el western americano nos llena de estereotipos raciales y no nos muestra lo realmente salvaje que podía llegar a ser el viejo oeste. En cambio, nos ofrece una falsa imagen de perfección donde el sheriff siempre será el clásico hombre blanco de buenos modales y los indígenas serán unos sanguinarios asesinos que buscarán cómo dañar esa “perfecta” y “armónica” sociedad.


Volviendo a la película, hay que decir que la técnica cinematográfica manejada por Leone es todo un manual de cómo cautivar al público y manipular sus sentimientos. Planos enormemente panorámicos yuxtapuestos con primerísimos primeros planos que dan un sentimiento de cercanía hacia la persona exhibida en pantalla. De esa manera, el director juega con nosotros, humaniza a estos maleantes y con cada plano excesivamente cerrado hacia ellos provoca un efecto dramático que en algunos momentos puede tensionarnos pero en otros es capaz de mostrarnos explícitamente cada mínimo sentimiento sufrido por el personaje. Esto es claramente reforzado por unas actuaciones fenomenales, donde Lee Van Cleef cumple un papel antagonista y es tan convincente que nos puede quitar de la cabeza el hecho de que en la segunda película de la Trilogía del Dólar (Per Qualche Dollaro in Più) haya sido uno de los buenos; Clint Eastwood sigue interpretando al enigmático hombre sin nombre, siempre con su característica seriedad, sensatez y mirada imponente; y Eli Wallach representando uno de los más peculiares personajes que existe dentro del salvaje oeste creado por Leone.


La película también guarda una intención de satirizar la Guerra de Secesión, la cual Luciano Vincenzoni, uno de los guionistas, consideraba como “inútil, estúpida y que no poseía ninguna buena causa”. “Nunca había visto tantos hombres desperdiciados”, dice Blondie al ver a los soldados de la Unión luchando contra los Confederados en una escena donde se muestra el horror de la guerra civil y se transmite el mensaje sobre lo banal que puede ser una guerra. Otra escena bastante interesante es en la que Blondie y Tuco terminan en un campamento de prisioneros de la Unión, con la cual el director pretendía mostrar que siempre salen al descubierto las barbaridades cometidas por la facción perdedora, pero no de la ganadora. En este caso el Ejército de la Unión salió victorioso de la Guerra Civil y sin embargo, Leone se ensaña con él en esta escena donde muestra que los yanquis podían ser tan atroces e inhumanos como los Confederados, dejándonos finalmente una conclusión mucho más profunda: en una guerra no existen ganadores, todos somos perdedores dentro de una batalla injustificable e inútil.


Sátira, muertes exageradas, planos panorámicos, una impresionante banda sonora, duelos, diálogos astutos y cargados de una buena dosis de ironía, un bueno, un malo y un feo… todo eso es lo que nos tiene preparado la obra maestra de Sergio Leone. En este mundo hay dos tipos de personas, mis amigos: esos que consideran a Il Buono, il Brutto, il Cattivo como el más grande spaghetti western creado en la historia y esos que prefieren discutirlo en un triángulo mexicano.


LO MEJOR: Su icónica e inolvidable banda sonora, los duelos, los épicos diálogos, la ambientación, la escenografía, el trasfondo argumental sobre la Guerra de Secesión, la cantidad de violencia, el perfecto montaje, la técnica cinematográfica que maneja el film, el ritmo que lleva la historia y los tres bandidos más peligrosos del viejo oeste.

LO PEOR: Que no exista una forma exacta de describir lo perfecta que es esta película y que sus casi tres horas se vayan de una manera tan rápida.


LA ESCENA: [SPOILER] Sería una falta de respeto hacia los lectores que les describiera en palabras el mayor momento de tensión de la película, así que aquí tienen esta magnífica escena.

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