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Todos nos llamamos Alí


Título original: Angst essen Seele auf

Año: 1974

Duración: 93 min.

País: Alemania del Oeste (RFA)

Director: Rainer Werner Fassbinder

Guión: Rainer Werner Fassbinder

Música: Peer Raben

Fotografía: Jürgen Jürges

Reparto: Brigitte Mira, El Hedi Ben Salem, Barbara Valentín, Irm Hermann, Elma Kazlova,Anita Bucher, Gusti Kreisal

Género: Drama. Romance. Racismo

Sinopsis: En un café al que acuden los trabajadores inmigrantes, Emmi Kurowski, una viuda de unos sesenta años, conoce a Salem, un marroquí treintañero. Inducido por la dueña del bar, Salem invita a Emmi a bailar, hablan, la acompaña a casa y, al día siguiente, se queda a vivir con ella. Esta relación provoca un gran escándalo, y las vecinas visitan al propietario del edificio para denunciar a Emmi.


Rainer W. Fassbinder es, sin lugar a dudas, un director singular. Su prolífica carrera, su apabullante capacidad creativa, la voluntad de desplazar hacia el ámbito del discurso político los fundamentos genéricos del melodrama y su interés por experimentar con las formas del lenguaje cinematográfico, lo convierten en un referente obligado de la cinematografía de la década de los 70 y principios de los 80. Su prematura muerte en 1982 privó al viejo continente de uno de sus más radicales creadoras, junto al malogrado Pier Paolo Pasolini. Todos nos llamamos Alí es una película de inaudita vigencia. Como un nuevo Tiresias, el director germano nos ofrece un premonitorio discurso sobre el fenómeno de la inmigración, el desarraigo que padecen tantos hombres y mujeres que han de huir en busca de oportunidades que su país de orígen les niega y cómo los resortes del odio, de una xenofobia apenas embozada, despierta a los viejos fantasmas del nazismo... A partir de un originalísimo tratamiento melodramático que le sirve a Fassbinder para huir del discurso directo, tan fácil de ser desautorizado por los hipócritas, voceros de ideologías ultraconservadoras, Todos nos llamamos Alí cuenta la historia de un extraño romance. Emmi (Brigitte Mira), una mujer de más de 60 años, viuda y que de joven había formado parte de la sección femenida de las Hitlerjugend, conoce en un bar nocturno a Selim (El-Hadí Ben Salem), un marroquí mucho más jóven que ella. Selim, sólo en una sociedad hostil que apenas a digerido la barbarie nazi y que trata con indisimulado desprecio al extranjero, se enamora de Emmi, la única capaz de ofrecerle atención y ternura. No es casualidad que Fassbinder elija a dos personajes que pueden clasificarse entre los sectores más marginados de las sociedades actuales, los inmigrantes y los ancianos. Puede resultar chocante pero no deja de ser coherente que los nuevos parias encuentren en mútua compañía el afecto que les niega una sociedad neo-liberal y salvajemente competitiva.


La relación amorosa entre Emmi y Selim desafía las barreras que la raza, la edad, la nacionalidad, la religión y las clases sociales levantan entre los seres humanos. Ella ve cómo sus hijos la abandonan cuando descubren que su madre se ha casado con un hombre de 30 años y ...¡que además no es alemán!. Él ha de soportar los insultos y el desdén de los que le rodean (el tendero se niega a venderle mantequilla y los vecinos afirman que desde que Selim vive en el mismo inmueble la escalera apesta). Sin embargo, Fassbinder huye del maniqueísmo y no idealiza a la pareja, que ha de enfrentarse no sólo a los prejuicios sino también a sus propios problemas. Selim tiene una aventura con una camarera y la pareja se rompe. La complejidad de las relaciones se impone donde había fracasado el odio social. Fassbinder ya había tratado anteriormente el tema de la inmigración en una de sus primeras películas, Katzelmacher (1969), pero aquí consigue una de sus obras maestras, junto a Las amargas lágrimas de Petra von Kant (1972) y La ansiedad de Veronika Vösss (1982), galardonada con el Oso de oro del festival de Berlín. Todos nos llamamos Alí es una película necesaria para atestiguar el peligro que se oculta tras el turbio velo de palabrería travestida de gravedad que algunos políticos vomitan en los oídos de ciudadanos descontentos, y también que los seres humanos, indistintamente de los pueblos y culturas, hemos de lidiar todos con los mismos retos que nos impone la estructura socioeconómica dominante.


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