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Cuba: El valor de la utopía


Título original: Cuba, el valor de una utopía

Año: 2006

Duración: 120 min.

País: Ecuador

Director: Yanara Guayasamín

Guión: Yanara Guayasamín

Fotografía: Olivier Auverlau

Reparto: Documentary, Fidel Castro

Género: Documental

Sinopsis: Este documento audiovisual invaluable que muestra a Fidel Castro en una de sus últimas entrevistas es la mirada retrospectiva de una generación y su líder confrontando sus sueños a la Cuba de hoy. Dos líneas paralelas, sus historias personales y el relato histórico de la revolución en que participaron, nos llevan a preguntarnos ¿Cúal es el costo de vivir consecuentemente a un ideal? ¿Qué pierde la humanidad si dejamos de soñar en la utopía? De lo que existía en esos días de efervescencia con el triunfo de la revolución llegamos a lo que se vive hoy, 46 años más tarde. Los cubanos no viven en la abundancia, especialmente después del derrumbamiento del régimen soviético, y lo admiten fácilmente. El precio para la libertad ha resultado ser alto.¿Qué tienen que decir hoy en día los testigos supervivientes de aquella feroz lucha a muerte? Sus vidas, sus combates, sus sueños y sus memorias construyen un retrato vívido de toda una generación y de su líder.



Durante varios años Yanara Guayasamín realizó viajes, entrevistas y filmaciones en Cuba, con amplio acceso a altas figuras históricas y del gobierno, empezando con Fidel Castro, sin perder la sensibilidad y la agudeza de advertir que la historia cubana cubre todos los estratos sociales y todas las actividades, desde las más humildes hasta las de mayores responsabilidades.

Si en un comienzo ese acceso se explicaba por su padre, Osvaldo Guayasamín Ecuador 1919-1999), posteriormente su actividad profesional de documentalista le abrió las puertas necesarias. En El valor de una utopía, Guayasamín ofrece la primera arte de un tríptico, ahora dedicado al «génesis» de la utopía llamada revolución cubana. Afortunadamente, el género documental en manos de Yanara Guayasamín nunca se queda en los límites de la estrategia discursiva y representativa del reportaje. Va mucho más allá, considerando un notable cuidado artístico puesto sobre la fotografía y el montaje, consciente de que la eficacia de una obra depende no de la información sino, ante todo, de la dinámica expresiva gracias a la cual el espectador se dejará llevar por un relato subyugante.

Y el relato de Yanara Guayasamín lo es. Si muchos documentales en torno a Cuba han dado respuesta a la necesidad de conocer su historia y problemática, El valor de una utopía evita la redundancia y la identificación con una modalidad o un género. El actual es otro momento histórico, y Yanara Guayasamín lo sabe perfectamente. Es tiempo de mirar hacia el pasado con perspectiva histórica; es tiempo de que los protagonistas reflexionen sobre lo que sucedió y sobre lo que hubiera podido –en otras circunstancias– haber ocurrido. Por eso, el documental se dedica a narrar, por una parte, las historias secretas o poco conocidas del origen épico revolucionario; por otra, a pulsar los sentimientos de los habitantes acerca de su historia como del presente. Este doble relato resulta un magnífico dispositivo narrativo: por un lado, los cubanos cuentan su propia historia; por otro, la documentalista registra la cotidianidad cubana. Son dos narradores (o múltiples, pero desde dos perspectivas), y mientras la del pasado Guayasamín la cede con respeto a los protagonistas, la del presente está en sus manos.


Quien se dedica aquí a contar algunos aspectos históricos de la revolución cubana, la intrahistoria de la Sierra Maestra, el «génesis» de la utopía, es Fidel Castro, incluyendo también reflexiones sobre desvíos del camino. Castro aparece rodeado de unas pocas personas, como un narrador tradicional que cuenta historias y reflexiona sobre las alternativas de lo que sucedió. Aquí no se trata de Fidel Castro en la plaza pública, hablándoles a decenas de miles de cubanos y alentándolos como guía político de una revolución. No. En tono pausado, reflexivo, Castro narra casi en privado, ante un número limitado de interlocutores, las dificultades de la primera incursión de los rebeldes en la isla, y con particular detalle, la historia de un sicario batistiano cuya misión era destruir el liderazgo de la revolución, matando a su líder.

Sin embargo, si la conversación con Fidel Castro comprueba el acceso al núcleo del poder, también el documental accede a personajes modestos y reconstruye historias individuales que son retazos de la nacional. Se inicia con el poeta Félix Contreras (un nombre inventado, como señala él mismo), huérfano de padre, que desde niño soñó contener una enciclopedia, porque su maestro le enseñó que «el mundo da vueltas». Este personaje es clave, porque concluye con este apotegma filosófico que alude a una vida espartana, de escasez, pero movida por principios: lo que debería impulsar la conducta humana es «la necesidad de desear, no de tener». Otro personaje es Marta Cardona (67 años), cantante lírica cuya historia personal se recrea con numerosas fotos de familia. Otro aún es Antonio Canet, pintor y grabador, y a quien el documental registra en su tarea artística junto con su misión de orientar a «jóvenes de conducta asocial» a través del arte.

Yanara Guayasamín nos entrega estas, entre muchas otras historias jamás antes contadas en documentales cubanos, que ella ha recogido, y a estos personajes que, pese a sus tragedias individuales, no pierden el sentido del humor, la sabiduría popular, la experiencia de haber vivido en una época fundamental de su país. Despojado de retórica política, este magistral documental nos permite medir, una vez más, el valor de la utopía cubana.

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