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Amazonas: el negocio de este mundo


Titulo original: Amazonas: el negocio de este mundo

Director: Carlos Azpurúa

País: Venezuela

Año: 1986

Comentario:

Uno de los temas polémicos, en Venezuela como en otros países de América Latina, ha sido y es la participación extranjera en las políticas de transculturación indígena. Aunque el tema indígena es por lo general asunto del Estado, tanto en Venezuela como en Brasil, México, Ecuador y Bolivia, en diferentes momentos grupos humanitarios o evangelizadores norteamericanos se han ubicado en el centro del escándalo. Azpurúa toma para el caso venezolano el desarrollo de las esferas de influencia de Misiones Nuevas Tribus, cuyo centro de operaciones es el Alto Orinoco y cuya naturaleza su propio director, Jaime Bou, describió como evangelización humanitaria, cuyos objetivos eran el progreso en la salud, y el avance en los llamados «beneficios de la civilización».

Incuestionada la presencia y actividad de esta organización durante muchos años, hacia 1978 una investigación militar despertó la atención pública y produjo el «Informe Mariño» sobre la existencia de pistas de aterrizaje sin control estatal en medio del Amazonas, contrabando de uniformes militares y armas bélicas y, en resumidas cuentas, espionaje y dominio extranjero sobre la zona. Las actividades del informe obviamente iban más allá de cualquier humanismo, y permiten sospechar intereses no expresados, si se toman en cuenta las grandes riquezas naturales de la región: bauxita, cobalto, casiterita, torio y titanio. Poco después, una interpelación del congreso dio pie a la investigación que esta película documenta y amplía.

El gran mérito del documental consiste en exponer con firmeza y sin retórica a las Misiones Nuevas Tribus. Toma todos los materiales a su alcance y produce otros. Toma una película de corte promocional hecho por las Misiones Nuevas Tribus (y en algún momento no reconocido por la institución); filma las abundantes declaraciones de la interpelación, pero ante todo da la palabra a los propios campesinos e indígenas, varios de aquellas «2.000 tribus carentes de evangelio» que los norteamericanos se dedicaban (y dedican) a evangelizar.También hay opiniones de antropólogos (que acusan a la misión de obstaculizar su trabajo por ser testigos molestos de sus actividades).

Un singular compañero de ruta en estas denuncias es la iglesia católica, a través del vicario apostólico, al testimoniar su propia denuncia sobre los evangelizadores realizada en Wanay (1984), con el despojo de tierras indígenas y el maltrato humano –lo cual le trajo acusaciones de «comunismo» y de «teología de la liberación». El documental de Azpurúa es un retrato hablado y documental de las comunidades indígenas en su lento proceso de transculturación y desaparición. En esto, continúa y rebasa su hermoso y terrible cortometraje Yo hablo a Caracas (1978). Si por un lado muchos indígenas emigran a Caracas y pasan a engrosar la marginalidad y la pobreza, la mayoría permanece en el Amazonas para su transformación y paulatina desaparición. La película no concluye con un gesto de esperanza. Después de indicar que las «cintas magnetofónicas» de la interpelación en el congreso habían desaparecido y que por diversos medios los militares del «Informe Mariño» han sido acallados, señala que la Misiones Nuevas Tribus continúan actuando, impune, libremente.

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